(Cómo no…, inauguro, en
este tiempo precuaresmal, mi blog saludando a la Saeta Antigua de Puente
Genil, es decir: la Saeta Cuartelera. Y lo hago con un talante un pelín
travieso, quizás atrevido, con sentido crítico y, claramente, por qué no
decirlo, reivindicativo. Reivindicativo -ya no tengo abuela- de mi trabajo, mis desvelos y pasión por el
cante y mi pueblo. Con “CUENTO DE CUARESMA”, debo confesar, me lo he pasado
pipa, sintetizando y poniendo orden a varios años de estudio, con objeto de
aclarar -uno tiene su corazoncito-, de una manera cercana, directa, valiente mas
honesta, ciertos bulos y leyendas que circulan por la tan deseada, entrañable y
compleja mananta pontana. El que te lo
creas -no olvides, se trata de un cuento- depende de ti. Si me lo permites, un consejo del
refranero que algunos no han sabido, podido o no les han dejado captar: "que los árboles no te impidan ver el bosque").
Érase una vez, en uno de los más bellos, semanasanteros y flamencos pueblos de Andalucía, un joven e ilusionado Maestro de Música, además de apasionado a las tradiciones de su tierra y al Arte Flamenco, que decidió compartir, públicamente, sus reflexiones en torno a la modalidad de saeta que en dicha localidad se conservaba. El pueblo se llama: Puente Genil; el joven maestro: Álvaro; y la saeta: Cuartelera, saeta única en su género y enseña musical de la mananta, término con el que se conoce a la Semana Santa de esta singular villa de la campiña cordobesa.
A nuestro querido protagonista, a Álvaro, se le presentaba una tarea muy difícil y, en cierta manera, peligrosilla. "Muy difícil", al proponerse desentrañar musicalmente -algo que nadie antes había intentado- esta bella forma musical exclusiva de La Puente, entrando en un terreno complicado para aquellos sin conocimientos musicales. Y "peligrosilla", porque Álvaro tenía muchísimo miedo a equivocarse al tratarse de una población con grandes aficionados al cante, a la saeta y conocedores de la música. Mas Álvaro, con muchísima ilusión, valentía, honestidad, respeto y talante pedagógico, decidió, con el insistente y sincero apoyo de una extraordinaria personalidad de Puente Genil -el eternamente recordado Carlos (q.e.p.d)-, tirar para adelante y publicitar sus reflexiones, tanto en la revista de Semana Santa, editada cada año por la Agrupación de Cofradías, como en la revista El Pontón, ambas dirigidas, en aquel entonces y de manera encomiable, por el mencionado Carlos.
Así, cada año -durante ocho consecutivos- nuestro amigo Álvaro comentaba, les explicaba, sin más pretensión que la de cultivar una de sus inquietudes, a sus paisanos, algunos aspectos, todos ellos musicales, de nuestra querida Cuartelera: su estructura y evolución musical, sus fundamentos musicológicos, sus estilos y variantes, sus posibles orígenes musicales, etc. Durante todo este tiempo, Álvaro recibió numerosas felicitaciones de aquellos paisanos que, gracias a él, descubrieron una nueva dimensión de la saeta Cuartelera, entendiéndola muchíííííiísimo mejor; no hay que olvidar que, hasta ese momento, todo lo que se había escrito, y dicho, sobre la misma, era desde la imprescindible perspectiva histórica. Asimismo, Álvaro recibió críticas, circunstancia que comprendió al momento, acostumbrándose con naturalidad. El que comparte sus ideas, de manera pública y, sobre todo, escrita, con relación a alguna temática, está expuesto a la opinión, favorable o desfavorable, de quienes las leen a partir de sus propias perspectivas y conocimientos.
No obstante, a lo que jamás se acostumbró Álvaro fue a las críticas perpetradas con malicia y sin dar la cara. A él -todos sus escritos los presentaba firmados y como HIPÓTESIS abiertas a la revisión permanente de plumas más doctas- le hubiese encantado que aquellos que se mostraban en desacuerdo con él, considerando "una barbaridad sin consistencia alguna" sus argumentos, saboreando, bien una uvita, durante una noche de Sábado de Romanos[2] en un rinconcito del pórtico mientras el pueblo le rendía pleitesía a su Patrón, bien una cervecita, en alguna de las cálidas terrazas de Puente Genil, se lo hubiesen expuesto mirándole a los ojos y, así, entre todos, llegar a conclusiones más fiables para conocer mejor este genuino himno musical de la sin igual Semana Santa pontana. Álvaro, que cada año que transcurría se enfadaba enormemente por esta situación, jamás, a pesar de algunos momentos difíciles, se amilanó, manteniendo incólume su interés por divulgar la Cuartelera.
Hete aquí que un buen día, no quedándole ya ni pizca de esperanza en confrontar, de manera abierta y directa, sus opiniones, con alguno de esos paisanos disconformes, encontrándose, alrededor de las una y media del mediodía de un Sábado de Romanos, degustando un buen Tertulia[3] en El Eugenio[4], se le acercó un paisano desconocido, llevando consigo un puñado de revistas de la Semana Santa de Puente Genil de los últimos ocho años. Se presentó educada y amablemente, le solicitó permiso para sentarse con él, explicándole el motivo de su, en propias palabras, osadía: su rotundo y sincero desacuerdo con sus tesis en torno a la saeta Cuartelera. No os podéis imaginar, queridos amigos, el sentimiento de felicidad que se apoderó de Álvaro. Lo que llevaba años esperando estaba a puntito de suceder. ¡Por fin!, por fin alguien, con nombres y apellidos, mirándole a los ojos, se disponía a cuestionarle sus argumentos. Álvaro se pellizcó, creía encontrarse en un sueño. Cuando se percató de su plena consciencia, tuvo la pronta, feliz y atrevida ocurrencia de coger el móvil, llamar a su parienta, alertándole de que no le esperase para el almuerzo. La cosa -la ocasión lo merecía- iba pa largo. Y es aquí, pacientes lectores, cuando comienza la historia de este cuento: el esperado y desenfadado diálogo entre Álvaro y un paisano disconforme, del que utilizaremos, de aquí en adelante, sus iniciales (PD).
Érase una vez, en uno de los más bellos, semanasanteros y flamencos pueblos de Andalucía, un joven e ilusionado Maestro de Música, además de apasionado a las tradiciones de su tierra y al Arte Flamenco, que decidió compartir, públicamente, sus reflexiones en torno a la modalidad de saeta que en dicha localidad se conservaba. El pueblo se llama: Puente Genil; el joven maestro: Álvaro; y la saeta: Cuartelera, saeta única en su género y enseña musical de la mananta, término con el que se conoce a la Semana Santa de esta singular villa de la campiña cordobesa.
A nuestro querido protagonista, a Álvaro, se le presentaba una tarea muy difícil y, en cierta manera, peligrosilla. "Muy difícil", al proponerse desentrañar musicalmente -algo que nadie antes había intentado- esta bella forma musical exclusiva de La Puente, entrando en un terreno complicado para aquellos sin conocimientos musicales. Y "peligrosilla", porque Álvaro tenía muchísimo miedo a equivocarse al tratarse de una población con grandes aficionados al cante, a la saeta y conocedores de la música. Mas Álvaro, con muchísima ilusión, valentía, honestidad, respeto y talante pedagógico, decidió, con el insistente y sincero apoyo de una extraordinaria personalidad de Puente Genil -el eternamente recordado Carlos (q.e.p.d)-, tirar para adelante y publicitar sus reflexiones, tanto en la revista de Semana Santa, editada cada año por la Agrupación de Cofradías, como en la revista El Pontón, ambas dirigidas, en aquel entonces y de manera encomiable, por el mencionado Carlos.
Así, cada año -durante ocho consecutivos- nuestro amigo Álvaro comentaba, les explicaba, sin más pretensión que la de cultivar una de sus inquietudes, a sus paisanos, algunos aspectos, todos ellos musicales, de nuestra querida Cuartelera: su estructura y evolución musical, sus fundamentos musicológicos, sus estilos y variantes, sus posibles orígenes musicales, etc. Durante todo este tiempo, Álvaro recibió numerosas felicitaciones de aquellos paisanos que, gracias a él, descubrieron una nueva dimensión de la saeta Cuartelera, entendiéndola muchíííííiísimo mejor; no hay que olvidar que, hasta ese momento, todo lo que se había escrito, y dicho, sobre la misma, era desde la imprescindible perspectiva histórica. Asimismo, Álvaro recibió críticas, circunstancia que comprendió al momento, acostumbrándose con naturalidad. El que comparte sus ideas, de manera pública y, sobre todo, escrita, con relación a alguna temática, está expuesto a la opinión, favorable o desfavorable, de quienes las leen a partir de sus propias perspectivas y conocimientos.
No obstante, a lo que jamás se acostumbró Álvaro fue a las críticas perpetradas con malicia y sin dar la cara. A él -todos sus escritos los presentaba firmados y como HIPÓTESIS abiertas a la revisión permanente de plumas más doctas- le hubiese encantado que aquellos que se mostraban en desacuerdo con él, considerando "una barbaridad sin consistencia alguna" sus argumentos, saboreando, bien una uvita, durante una noche de Sábado de Romanos[2] en un rinconcito del pórtico mientras el pueblo le rendía pleitesía a su Patrón, bien una cervecita, en alguna de las cálidas terrazas de Puente Genil, se lo hubiesen expuesto mirándole a los ojos y, así, entre todos, llegar a conclusiones más fiables para conocer mejor este genuino himno musical de la sin igual Semana Santa pontana. Álvaro, que cada año que transcurría se enfadaba enormemente por esta situación, jamás, a pesar de algunos momentos difíciles, se amilanó, manteniendo incólume su interés por divulgar la Cuartelera.
Hete aquí que un buen día, no quedándole ya ni pizca de esperanza en confrontar, de manera abierta y directa, sus opiniones, con alguno de esos paisanos disconformes, encontrándose, alrededor de las una y media del mediodía de un Sábado de Romanos, degustando un buen Tertulia[3] en El Eugenio[4], se le acercó un paisano desconocido, llevando consigo un puñado de revistas de la Semana Santa de Puente Genil de los últimos ocho años. Se presentó educada y amablemente, le solicitó permiso para sentarse con él, explicándole el motivo de su, en propias palabras, osadía: su rotundo y sincero desacuerdo con sus tesis en torno a la saeta Cuartelera. No os podéis imaginar, queridos amigos, el sentimiento de felicidad que se apoderó de Álvaro. Lo que llevaba años esperando estaba a puntito de suceder. ¡Por fin!, por fin alguien, con nombres y apellidos, mirándole a los ojos, se disponía a cuestionarle sus argumentos. Álvaro se pellizcó, creía encontrarse en un sueño. Cuando se percató de su plena consciencia, tuvo la pronta, feliz y atrevida ocurrencia de coger el móvil, llamar a su parienta, alertándole de que no le esperase para el almuerzo. La cosa -la ocasión lo merecía- iba pa largo. Y es aquí, pacientes lectores, cuando comienza la historia de este cuento: el esperado y desenfadado diálogo entre Álvaro y un paisano disconforme, del que utilizaremos, de aquí en adelante, sus iniciales (PD).
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-PD: Bueno Álvaro, lo primero que tengo que decirte es que no tengo ni pajolera idea de música, pero conozco bien el mundo de la Cuartelera. Pertenezco a uno de los cuarteles[5] más señeros de Puente Genil, donde se canta muy bien, y en el que siempre hemos luchao por su conservación. También desde siempre, personalmente, me he interesao mucho por este tema, estudiando con atención tus escritos, asistiendo a tus conferencias, siguiéndote en Facebook, en la radio y…
-ÁLVARO: Perdona que te interrumpa un pelín, hombre. Antes de que comencemos, no sabes cuánto te agradezco esto. Te lo digo de tó corasón. Había perdío ya la esperanza de que alguien de aquí, con buena fe mas también con firmeza -lo cortés no quita lo valiente-, me cuestionase mis ideas. Estaba jartico de tanto comentario por detrás, y encima destructivo, que me trasladaban algunos de mis amigos. Mil gracias, tío, de corazón. Pero venga, empecemos. Espera un momento: ¡EUGENIO!, trae un Tertulia fresquito pa este hermano…
-PD: Uff…, qué rico está este caldo, entra como el agua. Bueno Álvaro, por favor, no me tienes que
agradecer ná. Más bien yo soy el agradesío; creía que no te ibas a
tomar con tan buen talante que te cuestionara directamente estas cosas.
Sinceramente, y ya que estamos, te lo tengo que decir: yo también he escuchao -al fragor de las uvitas [6], en reuniones mananteras- auténticas barbaridades de algunos sobre ti por este tema: que si eres un "niñato insolente", un "entrometío
que no tienes ni idea", que "tó lo que
dices es mentira", esétera, esétera,
esétera. Perpetradas, además, con
saña, mala leche y cierto resquemor, cosa que no conseguí entender nunca. ¡Joé! ni que esto de la Cuartelera fuese algo de vida o muerte,
el Código Civil o la tan maltratada Constitución...Yo siempre, tras un rato
escuchando tamañas lindezas sobre ti, sigilosamente, me retiraba porque no quería historias y demasiás comeuras mal intensionás de
olla...
-ÁLVARO: (Tomando un sorbo del Tertulia). Pues, qué quieres que te diga…, hacías bien. Pero venga, dejémonos ya de pegos y al toro…
-PD: Pues bien, a ver…Me parece estupendo
que analices la Cuartelera de manera
musical, ya que considero que ante todo es música. Además, tú lo haces, creo,
de una manera muy didáctica, que incluso los que no tenemos ni idea sobre
cuestiones técnico/musicales, si prestamos atención, llegamos a entenderlas. Pero quillo, eso del pentagrama…, puff…, no lo veo…
-ÁLVARO: ¿El qué no ves?
-PD: Pues no veo el que digas que es un
medio para aprender la saeta, y eso suponiendo que realmente la saeta se pueda
escribir en el pentagrama. Ya desía,
creo que Glinka -yo también sé algo de cante- que eso no se podía hacer, que la
música del cante es imposible transcribirla en un pentagrama.
-ÁLVARO: (Tras un nuevo sorbo del revitalizante Tertulia). A ver, querido contertulio, es que
yo jamás he dicho ni he escrito -te RETO a que me muestres dónde lo he escrito o
dicho, ahí por ejemplo llevas mis artículos- que el transcribir la Cuartelera sea pa generar un medio de aprendizaje. Eso es un bulo, supongo que con no muy buena intensión, de personas que, según
me cuentan -fíjate hasta dónde llega la maledisensia-, cuando asistían a algunas de mis conferencias ilustradas con pentagramas, tras
darme la pertinente y, en su caso, empalagosa enhorabuena, salían por la puerta
pregonándolo a tó quisqui…; recuerdo, incluso, cómo una
vez, uno de ellos se lo comentó a uno de mis mejores amigos, jejeje… A ver, la transcripción de una Cuartelera debe servir,
fundamentalmente, pa facilitar su
análisis musical: ver con más claridad sus caídas melódicas, cantidad de
melismas, la composición y diseño de sus tercios melódicos, sus saltos
melódicos, etc., con el objetivo de conocerla mejor, na más. La Cuartelera,
como forma musical popular y de transmisión oral, no necesita, para su
aprendizaje, el pentagrama. Se aprende
de oído -como siempre, y tan grandes resultaos
ha dao, se ha hecho- por el método de
ensayo/error, y si es en el entorno del cuartel, muuuucho mejó. Es de Perogrullo. Fíjate en lo que escribí en la revista de la
Semana Santa de 2013, concretamente en las páginas 30 y 31. Cógela, y lo leemos juntos.
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(Saeta Cuartelera) |
-PD y ÁLVARO: “Antes de pasar al análisis quisiera dejar claro un principio para
mí irrefutable como músico y humilde investigador de la saeta: la utilización
del pentagrama a la hora de recoger la forma musical de una saeta debe de tener
un fin únicamente CIENTÍFICO. Su empleo como medio de transmisión y enseñanza
CARECE DE SENTIDO debido a la especial
idiosincrasia de este género que provoca que una misma saeta jamás sea repetida
de manera idéntica por sus intérpretes naturales”.
-PD: Vale,
vale, tío, me quea claro. Joé…,
tengo que leerme mejor las cosas y no hacer tanto caso a las palabrerías de la gente. Pero, ¿y en lo que decía Glinka? Respetando tus conocimientos musicales....,
estarás conmigo que Glinka -cosa que tú…ya sabes...- es una eminencia y uno de los más grandes compositores de la Historia de la Música.
-ÁLVARO: A ver, es que eso no lo dijo Glinka, eso no fue así. Te explico. El compositor Mariano Vázquez Gómez, biógrafo del guitarrista granadino Francisco Rodríguez Murciano El Murciano (1795-1848), dejó escrito, textualmente, lo siguiente: “El célebre músico ruso Mikhal Glinka pasó una larga temporada en Granada, y uno de sus encantos de viajero era estarse horas enteras oyendo a nuestro Rodríguez Murciano improvisar variantes a los acompañamientos de rondeñas, fandangos, jotas aragonesas, etc…, que anotaba con cuidadosa persistencia el compositor ruso”. Ahora bien, es cierto que Glinka fracasó en su intento de anotar las variaciones e improvisaciones del Murciano, pero fue porque cuando le pedía a éste que repitiera la melodía, para asegurarse de lo escrito con anterioridad, como tocaba de oído (carecía de conocimientos musicales formales), jamás volvía a tocar la misma exactamente igual, por lo que el genio ruso se jartó y lo dejó por imposible. Pero no porque no se pudiesen transcribir los sonidos en el papel, sino por la incapacidad del Murciano de hacer una misma melodía, de la misma forma, dos o tres veces seguías. Ya lo advertí en una de las revistas de Semana Santa que ahí llevas, concretamente en la de 2010, cuando escribí -es esa que está ahí, pásamela un momento-, en la página 30: “Todos sabemos que una pieza de música tradicional, cuya transmisión es oral, nuca se interpreta dos veces de forma exactamente igual”. Por otro lado, estudios -con sus transcripciones- y cancioneros de música popular los hay: antiguos -esto de la transcripción de música popular, también la flamenca, no es una invención de ahora como una vez escuché a un flamencólogo por la radio- y modernos, en donde se reflejan, en pentagrama, las diferentes melodías y sonidos de nuestros cantes. Te pongo unos cuantos ejemplos: Eduardo Ocón y sus Cantos Españoles de 1874, Felipe Pedrell con Los cantos flamencos de 1900, La rondeña-malagueña de anteriormente señalado Francisco Rodríguez Murciano de 1845, El Potpurrí malagueño de Julián Arcas de 1875, y así podríamos seguir con las obras de otros folcloristas como Isidoro Hernández, Inzenga, Federico Liñan, Manuel del Castillo, Buenaventura Íñiguez, Oscar de la Cinta, Juan Parga, Tomás Damas y muuuuuuuuchos otros. Además, y centrándonos en algo más cercano, el mismísimo Agustín Aguilar y Tejera, en la segunda década del siglo XX, en su imprescindible, y citada por todos los estudiosos, obra Saetas, transcribió numerosas saetas, concretamente de Sevilla, Marchena y Cabra. Una obra reeditada hace, creo, siete años por el cuartel de La Corona de Jesús al que pertenece mi buen amigo Javi; por cierto, director de El Pontón, y también un persona importante pa mí, por su incondicional apoyo para continuar con esta apasionante tarea. ¿Todavía, querido amigo, piensas que la sencilla música de la Cuartelera no se puede plasmar en un pentagrama?
-ÁLVARO: A ver, es que eso no lo dijo Glinka, eso no fue así. Te explico. El compositor Mariano Vázquez Gómez, biógrafo del guitarrista granadino Francisco Rodríguez Murciano El Murciano (1795-1848), dejó escrito, textualmente, lo siguiente: “El célebre músico ruso Mikhal Glinka pasó una larga temporada en Granada, y uno de sus encantos de viajero era estarse horas enteras oyendo a nuestro Rodríguez Murciano improvisar variantes a los acompañamientos de rondeñas, fandangos, jotas aragonesas, etc…, que anotaba con cuidadosa persistencia el compositor ruso”. Ahora bien, es cierto que Glinka fracasó en su intento de anotar las variaciones e improvisaciones del Murciano, pero fue porque cuando le pedía a éste que repitiera la melodía, para asegurarse de lo escrito con anterioridad, como tocaba de oído (carecía de conocimientos musicales formales), jamás volvía a tocar la misma exactamente igual, por lo que el genio ruso se jartó y lo dejó por imposible. Pero no porque no se pudiesen transcribir los sonidos en el papel, sino por la incapacidad del Murciano de hacer una misma melodía, de la misma forma, dos o tres veces seguías. Ya lo advertí en una de las revistas de Semana Santa que ahí llevas, concretamente en la de 2010, cuando escribí -es esa que está ahí, pásamela un momento-, en la página 30: “Todos sabemos que una pieza de música tradicional, cuya transmisión es oral, nuca se interpreta dos veces de forma exactamente igual”. Por otro lado, estudios -con sus transcripciones- y cancioneros de música popular los hay: antiguos -esto de la transcripción de música popular, también la flamenca, no es una invención de ahora como una vez escuché a un flamencólogo por la radio- y modernos, en donde se reflejan, en pentagrama, las diferentes melodías y sonidos de nuestros cantes. Te pongo unos cuantos ejemplos: Eduardo Ocón y sus Cantos Españoles de 1874, Felipe Pedrell con Los cantos flamencos de 1900, La rondeña-malagueña de anteriormente señalado Francisco Rodríguez Murciano de 1845, El Potpurrí malagueño de Julián Arcas de 1875, y así podríamos seguir con las obras de otros folcloristas como Isidoro Hernández, Inzenga, Federico Liñan, Manuel del Castillo, Buenaventura Íñiguez, Oscar de la Cinta, Juan Parga, Tomás Damas y muuuuuuuuchos otros. Además, y centrándonos en algo más cercano, el mismísimo Agustín Aguilar y Tejera, en la segunda década del siglo XX, en su imprescindible, y citada por todos los estudiosos, obra Saetas, transcribió numerosas saetas, concretamente de Sevilla, Marchena y Cabra. Una obra reeditada hace, creo, siete años por el cuartel de La Corona de Jesús al que pertenece mi buen amigo Javi; por cierto, director de El Pontón, y también un persona importante pa mí, por su incondicional apoyo para continuar con esta apasionante tarea. ¿Todavía, querido amigo, piensas que la sencilla música de la Cuartelera no se puede plasmar en un pentagrama?
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("Saetas" de Agustín Aguilar y Tejera) |
-ÁLVARO: Bueno, no pasa ná hombe, nunca es tarde si la dicha es buena. Te recomiendo que lo
leas con mucha atención, es una joya. Por cierto, con relación a eso que me
dices sobre lo “que dicen y escriben
algunos ilustres flamencólogos"..., me imagino el perfil tan actualisao de los mismos… Prosigamos.
-PD: Muy bien. Pero en lo que sí creo que
te equivocas, y aquí me lo tendrás que reconocer, es cuando hablas de la saeta
de Los Apóstoles como un estilo serrao, único…
-ÁLVARO: Perdona…, ¿cómo?
-ÁLVARO: Perdona…, ¿cómo?
-PD: Sí, sí, lo afirmaste en una de las
revistas. Y ya sabes, ¡es imposible!, esa saeta la cantaban de diferentes formas
Juan Hierro, su hermano Manuel, El
Balilla, Antonio Muñoz Reina, José Rivas Quintero…
(Saetas Cuarteleras interpretadas en el cuartel de "Los Apóstoles": Miguel Martín, Perico Lavado, José Rivas Quintero y "El Balilla")
-ÁLVARO: Espeeera, y no
corras. A ver. Coge la revista de Semana
Santa de 2013 y ábrela por la página 27. Lee, por favor, a partir de la décimo
séptima línea de la tercera columna.
-PD: Voy…: “Cuando hablamos de un estilo de saeta cuartelera, por favor, no se
entienda una forma musical cerrada y milimétricamente ajustada -algo imposible
en la música popular de transmisión oral-, sino un COMPORTAMIENTO MELÓDICO
BÁSICO abierto a reelaboraciones interpretativas, que es lo que lo define”. Bueno,
bien, y con esto…¿qué me quieres decir?
-ÁLVARO: Espeeeera, y
no te impacientes. Ahora, en esa misma revista, vete a la página 24, casi al
final de la segunda columna, y lee a partir de la palabra “dando”.
-PD: Mare mía, que pechá de leer me voy a pegar hoy. A
ver…, aquí está: “…dando lugar al
denominado Estilo de Los Apóstoles definido -lo veremos con más detenimiento- NO
como una forma musical cerrada, sino como un comportamiento melódico de unos
rasgos muy específicos”. Pues qué quieres que te diga, sigo sin enterarme…
-ÁLVARO: Bueno, te cuento. Nuestra saeta Cuartelera, como una forma popular de transmisión oral, no es uniforme, es decir, cada intérprete le imprime su huella a partir de sus condiciones vocales, momentos de inspiración y otras circunstancias. El estilo conocido como de Los Apóstoles o Apostolao, que fue el que, de acuerdo al eminente Luis Melgar, comenzó a surgir a partir de los años 20 del siglo pasao con la intervención de Juan y Manuel Hierro, representó toda una evolución de nuestra saeta. Los hermanos Hierro, cantaores flamencos de nivel, le imprimieron, como bien sabes, rasgos flamencos, la hicieron dialogá, más rica en melismas, más larga…, en definitiva, generaron, a partir de un estilo más austero y cercano al resto de saetas antiguas de Andalucía y que sería el que se cantaría en la mananta antes de la intervención de nuestros ilustres personajes, una forma más atractiva que en el cuartel de Los Apóstoles -Juan Hierro mantuvo gran relación con dicha corporación (llegó, creo, a ser hermano) y Manuel perteneció a la misma durante muchos años- encontró a otros intérpretes con cualidades (algunos ya los he señalao antes) idóneas para cultivarlo, siendo la forma que, poco a poco -insisto por ser más atractiva-, se fue imponiendo en todas las demás corporaciones. Ahora bien, y como acabas de leer en mis propios escritos, NO es una forma musical cerrada, es un comportamiento melódico básico, abierto a las interpretaciones individuales, pero con unos rasgos comunes: más larga, con mayor profusión de melismas, con saltos melódicos, con tercios más agudos…Rasgos comunes que son los que determinan o definen su estilo.
-ÁLVARO: Bueno, te cuento. Nuestra saeta Cuartelera, como una forma popular de transmisión oral, no es uniforme, es decir, cada intérprete le imprime su huella a partir de sus condiciones vocales, momentos de inspiración y otras circunstancias. El estilo conocido como de Los Apóstoles o Apostolao, que fue el que, de acuerdo al eminente Luis Melgar, comenzó a surgir a partir de los años 20 del siglo pasao con la intervención de Juan y Manuel Hierro, representó toda una evolución de nuestra saeta. Los hermanos Hierro, cantaores flamencos de nivel, le imprimieron, como bien sabes, rasgos flamencos, la hicieron dialogá, más rica en melismas, más larga…, en definitiva, generaron, a partir de un estilo más austero y cercano al resto de saetas antiguas de Andalucía y que sería el que se cantaría en la mananta antes de la intervención de nuestros ilustres personajes, una forma más atractiva que en el cuartel de Los Apóstoles -Juan Hierro mantuvo gran relación con dicha corporación (llegó, creo, a ser hermano) y Manuel perteneció a la misma durante muchos años- encontró a otros intérpretes con cualidades (algunos ya los he señalao antes) idóneas para cultivarlo, siendo la forma que, poco a poco -insisto por ser más atractiva-, se fue imponiendo en todas las demás corporaciones. Ahora bien, y como acabas de leer en mis propios escritos, NO es una forma musical cerrada, es un comportamiento melódico básico, abierto a las interpretaciones individuales, pero con unos rasgos comunes: más larga, con mayor profusión de melismas, con saltos melódicos, con tercios más agudos…Rasgos comunes que son los que determinan o definen su estilo.
-PD: Bueno, a ver si me he enterao.
Entonces me estás diciendo que las saetas que cantaban los hermanos Hierro, El Balilla, los Miguelones con sus hijos y, ahora también, sus nietos, etc. -todas
ellas diferentes- tienen en común esos rasgos musicales que mencionabas antes
-y que más o menos yo aprecio de oído-, que fundamentan el conocido estilo Apostolao o de Los Apóstoles, y que es,
como perfectamente nos damos cuenta los que tenemos oído y/o sabemos cantar, el
que se canta hoy en día en todas las corporaciones que configuran la mananta.
Todavía recuerdo cómo aprendí, junto a algunos hermanitos de mi grupo, a cantar
esas saetas con dos cintas de casette con el título Semana
Santa en Puente Genil, a través de las voces de los, precisamente, ya mencionaos: Juan Hierro, José Rivas
Quintero, El Balilla o los hermanos
Martín, curiosamente todos ellos protagonistas del estilo Apostolao. Nos íbamos, siendo niños, al cocherón de alguno,
poníamos el radio casette y ¡hala!, a escuchá
y a cantar, a escuchá y a cantar, y así hasta que salía más o menos bien…Pa
que luego digan que la saeta se lleva en la sangre…
-ÁLVARO: La labor de ese trabajo que mencionas, como medio de divulgación y aprendizaje de la Cuartelera, fue importantísima.
Centenas de mananteros, los que ahora estamos ya en los cuarenta pa’rriba, le debemos nuestra formación saetera. Se meresería, desde luego, un artículo…Pero volviendo a lo nuestro,
veo que lo vas cogiendo.
-PD: Maaare mía,
Álvaro, por qué no habré venío yo
antes a hablar contigo pa quitarme la empaná mental que tenía con este tema…, y mira que he leío tus artículos. Lo
que no entiendo es cómo, a fin de cuentas yo soy un simple afisionao, extraordinarios cantaores de cuarteleras e incluso
muchos de ellos buenos conocedores del cante, de aquí, no han sabío darse cuenta de todo esto,
continuando, machaconamente, erre que erre, cada vez que echamos un rato.
-ÁLVARO: Ya sabes, querido amigo: la
ignorancia o desconocimiento, la soberbia, la envidia o la manida maledisensia…, o un totum revolotum. No hay más.
-PD: Quillo, son
las seis de la tarde, seguimos tomando Tertulia,
y esta noche tenemos cuartel para la correspondiente visita al Patrón. Traía
más cosas…; si quieres lo dejamos, nos vamos pa la casa a echá una cabesá, y ya otro día, con más tiempo, hablamos de la saeta del Pelic…
-ÁLVARO: ¿Cómooooooo? Ni mijiiiiiiiita, ya que estamos pringaos, nos tiramos al río…Además,
esto de la saeta del Pelícano me está dando muuuuuuchos
quebraderos de cabeza, y a ver cuándo te voy a pillar yo a ti otro día. Pidamos
otro Tertulia, llamemos, como Dios
manda, a las parientas pa decirles
que ya no nos esperen, que nos enganchamos pa
nuestro ritual de esta noche en el cuartel, y que sea mañana lo que El Terrible quiera…
(Tras brindar,
efusivamente, con los dos Tertulias que el bueno de Eugenio les trae y con el
grito “Viva el Viejo Pelícano” que enseña Álvaro a su contertulio -es lo suyo-,
continúan nuestros dos protagonistas con la animada charla)
-PD: Pues prepárate que ahora viene lo
gordo..., además, te lo voy a soltar, ya que estoy envalentolao, tó seguío,
de una vez y sin miramiento alguno.
-ÁLVARO: Dispara.
-PD: Creo que fue en la revista de 2013 -espera…, es ésta-, cuando escribiste ese extenso artículo titulado La Saeta del Viejo Pelícano.
-ÁLVARO: Así es, sobre la Cuartelera de mi grupo, al que pertenezco desde 1991. En aquel año, ingresamos en el Viejo Pelícano un buen puñao de niños que de pronto nos vimos
compartiendo mesa, sentimientos, poesías, cánticos y saetas con personas de 70
años. Fue una experiencia increíble.
-PD: Ya, me imagino, pero bueno, a lo que
iba. Cuando escribiste este artículo, lo leí con muuuuucha atensión, pareciéndome muy interesante. Pero luego me han
ido convenciendo (Álvaro no puede evitar
emitir una leve y suspicaz sonrisa) de que tó el mismo es una burda mentira, producto de tu imaginación e
ignorancia -o las dos cosas-, y con errores garrafales. Te inventas la historia
del Pelícano como grupo, sobre todo
sus orígenes y lo que apuntas con relación a su proceso de reorganización en
los años 70. También te equivocas en eso del estilo del Pelícano; eso, Álvaro, es una invención tuya, ya que saeta Cuartelera, SÓLO HAY UNA (Álvaro
reprime una carcajada). Y en el caso hipotético de que existiera una saeta
del Pelícano o un estilo del Pelícano -llámalo como quieras- no sería
una creación de ese grupo. Y, además, pretendiste sentar cátedra con dicho
artículo presentándolo como algo incuestionable y, encima, con sierta arrogansia. Perdona que te sea
tan franco tío, pero así es cómo lo veo.
-ÁLVARO: (Con complaciente paciencia, Álvaro coge de nuevo la copa y se toma, al
culeto, un nuevo Tertulia que acababa de traer Eugenio). Macho, te habrás queao descansando. Pero no pasa ná…,
me va la marcha. Comencemos por lo último, si te parece.
-PD: (Nuestro ínclito amigo, con aire triunfal y brindando por la
victoria -ahora sí que creía que había dejao a Álvaro planchao y en fuera de
juego-, cogió la copa de Tertulia y, al igual que Álvaro, se la trincó del
tirón). Tú mandas.
-ÁLVARO: A ver. Éste es un tema que,
honestamente, creo que algunos no lo han entendío
muy bien, o, a lo mejor, yo no me expliqué bien cuando lo expuse en su
momento. Pero vayamos por partes. En primer lugar, sobre lo que dises de que presenté el artículo como “algo incuestionable y con cierta
arrogancia…”, abre, por favor, la revista por la página 22.
-PD: Quillo Álvaro,
no empesemos otra vez, que no tengo
más ganas de leer…
-ÁLVARO: No me seas flojo, hermano. Si me estás
cuestionando cosas que escribí hace unos años, vayámonos directamente a ellas y
así saldremos de dudas. Además, pa eso
has traío las revistas, ¿no?
-PD: Es verdad hermano; venga, al
lío. Me has dicho por la página 22, a ver…
-ÁLVARO: Vete a la tercera columna y lee el
segundo párrafo.
-PD: “Para terminar con esta breve introducción, cuatro aclaraciones. En primer lugar, como mera HIPÓTESIS habrá que considerar todo lo relacionado con los orígenes de la Saeta. En segundo lugar, con el objeto de facilitar la comprensión de este estudio, haré uso continuo de la reiteración de contenidos y argumentos. En tercer lugar, lo aquí escrito, EN ABSOLUTO, ES DEFINITIVO. Cualquier análisis de una forma de música de tradición oral está sometido a la revisión permanente producto de nuevos hallazgos y plumas más docta”. Bueno, ya, pero…
-PD: “Para terminar con esta breve introducción, cuatro aclaraciones. En primer lugar, como mera HIPÓTESIS habrá que considerar todo lo relacionado con los orígenes de la Saeta. En segundo lugar, con el objeto de facilitar la comprensión de este estudio, haré uso continuo de la reiteración de contenidos y argumentos. En tercer lugar, lo aquí escrito, EN ABSOLUTO, ES DEFINITIVO. Cualquier análisis de una forma de música de tradición oral está sometido a la revisión permanente producto de nuevos hallazgos y plumas más docta”. Bueno, ya, pero…
-ÁLVARO: Espeeera…Continúa
leyendo por el tercer párrafo hasta finalizarlo.
-PD: “Mi intención, estimados amigos, no
es pontificar -¡Dios me libre!- ni sentar cátedra. Únicamente, como reza el
Himno del ‘Viejo Pelícano’ -Primer Grupo de “Capiruchos” del Santo Entierro y
María Santísima de las Lágrimas-: ‘En su pecho cada hermano lleva la fiel
voluntad de ofrecer y dar la mano a toda la humanidad’, es decir, ‘la fiel
voluntad de ofrecer’ mis cortos conocimientos y ‘dar la mano a toda la
humanidad’ compartiéndolos con el pueblo de Puente Genil. Sólo ruego a mi Jesús
yacente en el Santo Sepulcro ‘dame tu fuerza y tu mano y enséñame la verdad’ “.
-ÁLVARO: ¿De verdad crees, querido amigo,
que, con estas declaraciones de intenciones expresadas, claramente, al comienzo
del artículo, se me puede achacar, a mí, arrogancia o animo de infalibilidad
con eso que dices de “presentándolo como
algo incuestionable”? No me contestes y lee, otra vez, esos párrafos.
-PD: (Coge
de nuevo el Tertulia -ya no con la efusividad de antes-, le da un buen y pausado
trago, y los lee otra vez). Visto así…, joé,
es que no sé qué decirte. Está claro.
-ÁLVARO: Muy bien. Vayamos a lo siguiente. Me dices, también, que me invento “la historia del Pelícano como grupo, sobre
todo sus orígenes y lo que apuntas sobre su proceso de reorganización en los
años 70”. ¿Es así?
-PD: Así es.
-ÁLVARO: ¿Y en base a qué me discutes esto?
¿Conociste quisá a los viejos del Pelícano? ¿Has hablao con
ellos de su historia? ¿Tienes o tuviste algún familiar o amigo que perteneció a
dicho grupo y que domine bien el tema?
-PD: Qué va, qué va. Na de eso. Si te soy sincero, prácticamente conocí de la existencia de tu corporación, a raíz de tu artículo, antes ni idea. Además, ya te he dicho que cuando lo leí me pareció muy bueno y fundamentao, pero que después…: que si Fulano, cuando fui a su cuartel de invitao, me dijo esto; que si Mengano, en una de las exaltaciones de la saeta, lo otro…, en fin, ya sabes, al final termina uno, gracias a las uvitas y nuestras cuestiones mananteras -ya me entiendes- creyéndose tooooo lo que le dicen…De todas formas, ¿te inventas o no te inventas toooooas esas historias de tu corporación que señalas en tu artículo?
-PD: Qué va, qué va. Na de eso. Si te soy sincero, prácticamente conocí de la existencia de tu corporación, a raíz de tu artículo, antes ni idea. Además, ya te he dicho que cuando lo leí me pareció muy bueno y fundamentao, pero que después…: que si Fulano, cuando fui a su cuartel de invitao, me dijo esto; que si Mengano, en una de las exaltaciones de la saeta, lo otro…, en fin, ya sabes, al final termina uno, gracias a las uvitas y nuestras cuestiones mananteras -ya me entiendes- creyéndose tooooo lo que le dicen…De todas formas, ¿te inventas o no te inventas toooooas esas historias de tu corporación que señalas en tu artículo?
-ÁLVARO: (La paciencia de Álvaro se ve fortalecida con un buen sorbo del fresco
Tertulia). Antes de
contestarte, decirte que El Pelícano -a
ver si nos enteramos ya de una vez- NO es una corporación bíblica,
sino un Grupo de Capiruchos, un grupo pa alumbrar. Así ha sío desde que empezó, así nos lo inculcaron nuestros hermanos mayores, y así, a mucha honra, continúa siéndolo. Eso de las figuras…,
pufff…, con la buena Semana Santa que
pasamos -disfrutando sin agobios de todas las convivencias, yendo a todas las
salidas, encierros...-, con la única, que no es poca, responsabilidad de
alumbrar, el Sábado Santo, al Santo Entierro, evitándonos los follones
de los turnos, horarios, multas, en fin, ya sabes…Además, que figuras ya hay
muchas, tanto de las bíblicas como de las otras, jejejej, y hacen falta en la mananta muuuuuuchos
nazarenos pa alumbrar. Pero no nos desentremos del asunto. A
ver. Todos los datos históricos que apunto en el artículo, ni proceden de un
cuento, ni de mi fantasiosa imaginación, ni de mi ineptitud. Proceden de una
revista, de una publicación, coordinada magistralmente por mi hermano David y
editada en 1997 con motivo del XXV Aniversario de la Reorganización, en la que
TESTIMONIAMOS las vivencias de nuestros HERMANOS
MAYORES, aquellos que, en la década de los 30 del pasado siglo, fundaron
este singular cuartel. En la misma se recopilaron recuerdos, poesías, curiosidades,
fotografías y copias de actas,
aportándose los datos históricos que se señalan en mi artículo, CORROBORADOS
por el testimonio directo de nuestros mayores. Datos imprescindibles para entender la génesis y desarrollo de la saeta
del Pelícano. Cuando quieras, vienes a
mi casa, y le echamos un vistaso.
-PD: Quita, quita, no hase falta. No seré yo quien ose a cuestionar las vivencias de esos venerables hermanos. Además, con la contundencia, pasión y respeto con los que te me estás expresando, es difícil dudar de tu palabra. Me parece que me estoy empezando a dar cuenta, un poco, de muuuuuuuchas cosas que pasan en nuestra querida mananta…De toas formas ("vuelve la burra al trigo"), eso de la saeta del Pelícano…, NO se sostiene. Esa saeta no existe, y si existe, NO es una creación de tu grupo como tú dices.
-PD: Quita, quita, no hase falta. No seré yo quien ose a cuestionar las vivencias de esos venerables hermanos. Además, con la contundencia, pasión y respeto con los que te me estás expresando, es difícil dudar de tu palabra. Me parece que me estoy empezando a dar cuenta, un poco, de muuuuuuuchas cosas que pasan en nuestra querida mananta…De toas formas ("vuelve la burra al trigo"), eso de la saeta del Pelícano…, NO se sostiene. Esa saeta no existe, y si existe, NO es una creación de tu grupo como tú dices.
-ÁLVARO: Bueno, a ver. ¿En qué queamos entonces? ¿Existe o no existe?
Me parece que lo tuyo es llevarme la contraria porque sí, sin más. Te han calentao bien la cabeza…
-PD: Si te soy sincero, yo ya no sé qué
pensar. Acláramelo tú, por favor…
-ÁLVARO: Vayamos por partes. Verás, conviene
tener claro que yo no fui el primero en Puente Genil en hablar de la saeta del Pelícano como una forma o estilo
peculiar de saeta. Recuerdo que cuando ingresé en el grupo, como te he dicho
antes a principios de los 90, nuestros hermanos
mayores continuamente nos hablaban de la misma. Y, además, la primera vez
que escuché a mi hermano Eduardo -el pobre falleció en Madrid hace unos meses a
los ochenta y siete años- me di cuenta, rápidamente, de que su saeta no era cómo
las demás….
-PD: ¿Eduardo? No me digas que era ese
señor, con gafas, bigote y pelo plateao, que, durante muchos años, en el
encierro del Santo Entierro, cantaba
una Cuartelera rarísima…, bellísima,
pero diferente…Recuerdo cómo una vez, incluso, le metió seis tersios. Fue algo increíble.
-ÁLVARO: Efectivamente, ése es. Junto a Paco, al que no llegué a conocer, los grandes cultivadores de la saeta Cuartelera del Pelícano. Pero antes de hablarte de él, quisiera aclararte lo que
te dije antes. Yo no fui, se pongan cómo se pongan, el primero en hablar y
escribir sobre esta saeta o estilo. Por ejemplo, en la revista de la que te he hablao antes, la que editamos en el 97 con motivo de la reorganización del grupo, ya se hablaba de esta saeta o estilo.
Si no recuerdo mal -espera, que lo voy a mirar en el móvil (fíjate qué previsor,
ante un espontáneo interrogatorio como éste…)-, dice así: “La saeta del Pelícano tiene personalidad y es, por su calidad y
expresión, una de las más señeras. Las saetas del Pelícano serán siempre un
estilo, un referente; un espejo en que mirarse y, sobre todo una fuente donde
beber tradición y arte”. En este sentido, recuerdo que hace unos dos o tres años, en una de las
exaltaciones de la saeta -creo que la que se celebró en el Teatro Circo con motivo del 50 Aniversario de las Agrupación de Cofradías- en la que
participó El Pelícano, uno de los
hermanos del cuartel de La Judea,
que, por cierto, canta fenomenalmente y
es uno de los más grandes
aficionados al Flamenco que tenemos en
Puente Genil, cuando escuchó a uno de
mis hermanitos cantar la saeta del Pelícano,
le dijo que esa era "la saeta Cuartelera
auténtica", y que "así la deberíamos de cantar todos". Casi na, ¿eh?
![]() |
(Eduardo Muñoz Cruces) |
-PD: No me jodas, tío… Pero entonces, esto
de calificar a la saeta de tu grupo como “un
estilo”, como “un referente”, ¿no
es idea tuya, ni tú lo escribiste por primera vez? No me lo puedo creer….
-ÁLVARO: Si no me crees, subo un momento a mi
casa y te enseño la revista. Vivo ahí al lao…
-PD: No, no, sí te creo. Lo que no me
puede creer es que te hayan a ti engatusao
una cosa de la que ya se hablaba -a ver… ¿de qué año era la revista de Semana
Santa de tu artículo…? ¡ah, sí! del 2013- na más y na menos que veintidós años
antes… Por cierto, con tó esto que me
estás diciendo, ahora me acuerdo de una cosilla. También he escuchao hablar de esta saeta o estilo
en los mismísimos Apóstoles. Fue un
Jueves Santo que me llevaron de invitao, creo
que fue hace diez o doce años.
-ÁLVARO: Es decir, unos años antes de que yo
lo hiciese en mi tan discutido artículo, jejeje
-PD: Sí, sí. Y recuerdo cómo hablaban de
Eduardo y de un tal Paco como responsables principales de dicho estilo de
saeta. Un estilo al que, por lo que persibí,
allí le tienen mucho respeto y consideración. También hablaban de un tal
Manolo, le llamaban algo así como El
Ruiseñor del Pelícano; desían que cantaban una saeta muy difícil.
![]() |
(Manolo Cosano Logroño"El Ruiseñor del Pelícano") |
-PD: Sí, lo recuerdo bien. Por cierto, con
relación a tu artículo del año pasao
sobre la saeta de Manolo, también hay algunos por ahí que me han dicho que tó lo que dices sobre lo que te contó
Manolo es mentira, incluso que esa entrevista nunca se llegó a realizar... Pero tranquiiiiilo, que te creo, que ya sé que me vas a pedir que nos
vayamos ahora mismo a tu casa pa
escuchar la entrevista…
-ÁLVARO: Volviendo a la saeta del Pelícano, la de Eduardo y Paco. ¿Sigues pensando que no existe?
-PD: Hombre, considerando toooo lo que me has dicho; también mis
recuerdos que, gracias a esta conversación, me han venío sobre Eduardo cantando en los encierros del Sepulcro; teniendo en cuenta también lo
que me dijeron en Los Apóstoles…, la
verdad es que….
-ÁLVARO: Espera, no me contestes todavía. Coge
la revista de nuevo y ábrela por las
páginas 28 y 29. Como ves, ahí aparecen transcritas cuatro saetas: la de El Seco; dos del Pelícano, cantadas, cada una de ellas, por Eduardo y Paco respectivamente; y otra
de Los Apóstoles, interpretada, de
manera dialogada, por Manuel Hierro y El
Balilla.
-PD: Me parece muy bien, pero pa mí esto es chino. ¿Ves? Aquí está el
problema de la utilización de los pentagramas pa esto de la saeta y el cante.
-ÁLVARO: Bueno, bueno, problema depende de
para quién. Pa mí, desde luego,
ninguno. Aunque comprendo que, en este país, donde la Educación Musical ha
estado marginada de la enseñanza obligatoria durante muchos años, sea un
problema introducir pentagramas en estudios de este tipo. De toas formas, seguro que tienes buenos
amigos que te puedan echar una mano en este sentido. Y más aquí en Puente
Genil, tierra de músicos.
-PD: Bueno, déjate de historias. ¿Me las
va a tararear o no? Estoy impasiente…
-ÁLVARO: (Álvaro se aclara la garganta con un buen sorbo del Tertulia, y le canta,
por lo bajini, las cuatro saetas a nuestro paisano, cada vez, “menos
disconforme”). Bueno,
¿qué te parece?
!-PD: Joé macho,
pues que es imposible, al no ser que tengas un oído en frente del otro, no
reconocer que las saetas que has cantao del Pelícano
son diferentes a esta última que has cantao del Apostolao. No tienen na
que ver, ¡por Dios! Son más llanas, cortas, sin tantos melismas y dejes
flamencos. Y, además, es muy paresía a la primera, a la del Seco.
ÁLVARO: Así es, tú lo has dicho.
-PD: ¡Ajá! Pero entonces, en realidad, la saeta
del Pelícano NO es una creación del Pelícano. A ver. El Seco, y ahora déjame a mí teorisá
un poco, nació, creo, en los años ochenta del siglo XIX, por lo que este estilo
de saeta, que él lo aprendería, como hace tó
el mundo, de mosalbete, sería, en su
forma básica, el que se cantaría en la mananta a finales del siglo XIX y
principios del siglo XX.
-ÁLVARO: Claaaaaro…Pero ojo, cuidadín, es una hipótesis. No tenemos grabaciones de aquella época
que lo atestigüe. No me seas, como te dicen que yo soy con estos temas, jejeje.
-PD: (De pronto, nuestro paisano, sin haber escuchado estas últimas palabras
de Álvaro y más disconforme que nunca, se levanta triunfante, y llama
efusivamente a Eugenio pidiéndole un nuevo Tertulia).
¡Por fin!, por fin te pillé, colega. Ahora no me lo puedes negar, TE HAS
EQUIVOCAO.
-ÁLVARO: (Álvaro, haciendo
alarde de una paciencia a prueba de bombas, coge de nuevo la revista y la abre
por la página 29). Cucha tú,
ven pa'cá, siéntate, y abre bien las
orejas. Escucha bien: “¿El origen de esta
manera de cantar saetas cuarteleras? Creemos que seguramente sería el habitual
-en su comportamiento melódico básico- en Puente Genil durante las tres
primeras décadas del siglo pasado, como lo corrobora ‘El Seco’ con su saeta.
Manera de cantar que, ante la atractiva saeta de los hermanos Hierro
-posteriormente propagada por la
corporación de ‘Los Apóstoles’- fue, poco a poco, desapareciendo, aunque no del
todo. En el ‘Viejo Pelícano’ se continuó cultivando llegando, incluso, hasta
nuestros días”.
-PD: ¿Dónde pone eso? Nooooo me lo creo…
-ÁLVARO: Lee, lee….
-PD: (Nuestro
impulsivo amigo, frotándose los ojos, no daba crédito a lo que estaba leyendo…; no obstante, no se daba por vencido).
Bueno…, pero entonces, ¿por qué se le llama saeta del Pelícano?
-ÁLVARO: Bueno, eso sería una pregunta pa, por ejemplo, el que lo escribió en la revista de la que hablamos antes editada con motivo del aniversario de la reorganización del Pelícano -con el que, por cierto, estoy plenamente de acuerdo-, o pa los hermanos de Los Apóstoles, a los que, de acuerdo con tus propias palabras, se lo escuchaste decir. Yo imagino que, después de toooo lo que he investigao y de haber compartido, durante muchos años, mesa y vivencias con mis hermanos mayores -lo auténticos protagonistas de toda esta historia-, será porque El Viejo Pelícano, mientras alguien no me demuestre lo contrario, es el ÚNICO cuartel de tooooooa la mananta donde se ha conservao y cultivao este antiguo estilo de saeta, y según me contaron algunos hermanos mayores, DESDE SIEMPRE. Pa escribir el tan manido artículo del que estamos hablando -éste, ni fue fruto de un día, ni producto de una alucinación- recogí el testimonio de los protagonistas -tengo grabadas las conversaciones…, si quieres, ya sabes...-. Así, me preocupé en llamar, por teléfono, a mi hermano Hipólito, ya fallecido, a Algeciras, y al mismito Eduardo, el que la cantaba, a Madrid. Ambos me confirmaron, me aseguraron ROTUNDAMENTE, que tanto Eduardo como Paco, a finales de los años treinta, cantaban esas saetas. Si no me crees, coge la revista y ábrela por la pági…
-ÁLVARO: Bueno, eso sería una pregunta pa, por ejemplo, el que lo escribió en la revista de la que hablamos antes editada con motivo del aniversario de la reorganización del Pelícano -con el que, por cierto, estoy plenamente de acuerdo-, o pa los hermanos de Los Apóstoles, a los que, de acuerdo con tus propias palabras, se lo escuchaste decir. Yo imagino que, después de toooo lo que he investigao y de haber compartido, durante muchos años, mesa y vivencias con mis hermanos mayores -lo auténticos protagonistas de toda esta historia-, será porque El Viejo Pelícano, mientras alguien no me demuestre lo contrario, es el ÚNICO cuartel de tooooooa la mananta donde se ha conservao y cultivao este antiguo estilo de saeta, y según me contaron algunos hermanos mayores, DESDE SIEMPRE. Pa escribir el tan manido artículo del que estamos hablando -éste, ni fue fruto de un día, ni producto de una alucinación- recogí el testimonio de los protagonistas -tengo grabadas las conversaciones…, si quieres, ya sabes...-. Así, me preocupé en llamar, por teléfono, a mi hermano Hipólito, ya fallecido, a Algeciras, y al mismito Eduardo, el que la cantaba, a Madrid. Ambos me confirmaron, me aseguraron ROTUNDAMENTE, que tanto Eduardo como Paco, a finales de los años treinta, cantaban esas saetas. Si no me crees, coge la revista y ábrela por la pági…
-PD: Calla, calla…, que ya estoy jarto, no pueo má… Sabes qué te digo, Álvaro, y ya que es la hora
de irnos pal cuartel, que ahora mismo
me voy a tu grupo de invitao. Quiero
vivir, in situ, el lugar y el ambiente donde este estilo antiquísimo y genuino de
saeta se ha cultivao. También,
conoceros a todos, escuchar a los que habéis conservao esta singular
musicalidad, y contaros -yo, alguien de fuera- la suerte que tenéis de mantener
una saeta única en Puente Genil. Pero antes de tirar pa bajo, echemos otro Tertulia,
y brindemos por este bendito encuentro.
...........................................
(PD: Mi más sincero agradecimiento a Jesús Berral Rejano, joven y excelente artista pictórico pontanés, por sus increíbles y conseguidísimas ilustraciones. Jesús, Puente Genil es muy afortunado por tenerte entre sus hijos. Un millón de gracias).
( GRABACIONES:
-La saeta del Pelícano, interpretada por Eduardo Muñoz Cruces, aparace en el minuto 04:04. El resto son saetas de Manolo Cosano: http://www.ivoox.com/saetas-del-viejo-pelicano-audios-mp3_rf_1802164_1.html
-La saeta del Seco aparece a partir del minuto 06:58: http://www.ivoox.com/2011-04-12-aula-flamenca-la-cuartelera-audios-mp3_rf_612460_1.html )
...........................................
Al día siguiente, Álvaro se levantó con una sonrisa de oreja a oreja. Hacía tiempo que no sentía tal sensación de sosiego y tranquilidad. ¡Por fin!, por fin había tenido la oportunidad de explicar y aclarar, cara a cara, a uno de sus paisanos disconformes, uno de sus estudios al que tanto cariño, esfuerzo y constancia había puesto. A partir de ese momento, y tras un tiempo, observó cómo en determinados círculos mananteros, comenzaron a mirarlo de otra manera y, a tratarlo, con otro talante.
Y colorín colorado, este cuento... ¿SE HABRÁ ACABADO…?
SALUDOS FLAMENCOS.
Álvaro de la Fuente Espejo
Y colorín colorado, este cuento... ¿SE HABRÁ ACABADO…?
SALUDOS FLAMENCOS.
Álvaro de la Fuente Espejo
(PD: Mi más sincero agradecimiento a Jesús Berral Rejano, joven y excelente artista pictórico pontanés, por sus increíbles y conseguidísimas ilustraciones. Jesús, Puente Genil es muy afortunado por tenerte entre sus hijos. Un millón de gracias).
( GRABACIONES:
-La saeta del Pelícano, interpretada por Eduardo Muñoz Cruces, aparace en el minuto 04:04. El resto son saetas de Manolo Cosano: http://www.ivoox.com/saetas-del-viejo-pelicano-audios-mp3_rf_1802164_1.html
-La saeta del Seco aparece a partir del minuto 06:58: http://www.ivoox.com/2011-04-12-aula-flamenca-la-cuartelera-audios-mp3_rf_612460_1.html )
[1]
CUENTO: Narración breve, oral o escrita, en la que se narra una historia de
FICCIÓN con un reducido número de personajes, una intriga poco desarrollada y
un clímax y desenlace final rápidos.
[2] Particular celebración de la Cuaresma en Puente Genil. Una vez comenzada ésta, cada sábado por la tarde/noche, los semanasanteros de Puente Genil, rememorando un antiguo viacrucis que se celebraba en la localidad, acuden a las cercanías de la Parroquia de Jesús Nazareno. Allí, en un extraordinario acto de convivencia, rezan e interpretan Cuarteleras y cánticos corales, honrando a la imagen de Jesús Nazareno-popularmente conocido como El Terrible-, el Patrón de Puente Genil.
[2] Particular celebración de la Cuaresma en Puente Genil. Una vez comenzada ésta, cada sábado por la tarde/noche, los semanasanteros de Puente Genil, rememorando un antiguo viacrucis que se celebraba en la localidad, acuden a las cercanías de la Parroquia de Jesús Nazareno. Allí, en un extraordinario acto de convivencia, rezan e interpretan Cuarteleras y cánticos corales, honrando a la imagen de Jesús Nazareno-popularmente conocido como El Terrible-, el Patrón de Puente Genil.
[5]
También conocidos como grupos y corporaciones bíblicas, representan los
centros neurálgicos de la Semana Santa de Puente Genil. Son unas casas de
hermandad, unas asociaciones con entidad jurídica propia, donde los mananteros
se reúnen para, con unos peculiares rituales y convivencias en los que se
entremezclan elementos religiosos, artísticos, culturales y profanos, celebrar
la Cuaresma y la Semana Santa pontanas.