Justificación
Hablar de Manuel Cosano Logroño - conocido como El Ruiseñor del Pelícano - en la Semana
Santa de Puente Genil, es hablar de uno de nuestros más importantes saeteros,
protagonista de una muy personal manera de interpretar la saeta cuartelera,
apreciada y glosada efusivamente por todos los que tuvimos la ocasión y suerte
de escucharlo. Un servidor a grandes dosis, al compartir con él mesa, durante más
de veinte años, en el Grupo de El Viejo
Pelícano. En todo este tiempo he comprobado cómo muchos aficionados, y
algunos estudiosos, en su noble afán de encasillar saetas y establecer estilos,
han coincido en considerar la saeta cuartelera de Manolo como perteneciente al
conocido estilo del Pelícano, una, a
mi entender, manida equivocación que voy a tratar de aclarar, muy resumidamente,
con el presente artículo.
Antes, estimados amigos, vamos a situarnos, ofreciendo un
breve panorama actual de la saeta cuartelera. Hoy en día en la mananta, que yo
conozca, son exclusivamente dos los estilos de saeta que se interpretan[1]:
el más antiguo, y austero desde el punto
de vista músico/formal, estilo del Pelícano;
y el más atractivo, y por tanto más utilizado, estilo de Los Apóstoles, con sus múltiples VARIANTES. El primero de ellos, como demostramos en esta
misma revista hace un par de años[2],
se interpreta solamente, mientras alguien no demuestre lo contrario, en el Grupo de El Viejo Pelícano, siendo heredero, gracias a saeteros pelícanos de la
talla de Eduardo Muñoz Cruces o
Francisco Esojo, de la manera de interpretar la saeta cuartelera en Puente
Genil a finales del siglo XIX y principios del siglo XX[3].
Es un estilo llano, de escasa amplitud tonal, predominantemente silábico-con
escasos melismas-, de tercios cortos y graves. En cambio,
el segundo de ellos, que comenzó a originarse en la década de los años veinte
del pasado siglo, se caracteriza por desarrollar un comportamiento melódico
básico fundamentado en: abundantes melismas, diferente desarrollo melódico,
tercios largos, una mayor amplitud tonal, dejes flamencos y tonos agudos. Y
aquí sí que me gustaría aclarar una, desde mi punto de vista, errónea
interpretación por parte de algunos del estudio que hice en esta misma revista
hace unos años sobre este estilo[4].
Cuando hablamos del estilo de Los
Apóstoles o Apostolao, por favor, entiéndase como un COMPORTAMIENTO
MELODICO BASICO, NO como una forma musical cerrada e inamovible. Es decir, hablamos de un estilo que, sobre la
base de los rasgos musicales señalados antes, admite múltiples variantes - Juan
y Manuel Hierro, Balilla, Chiquito Rivas, Miguelones …-, que son las interpretadas hoy en día, de una manera
muy flexible, en la mayoría de los cuarteles de la mananta, como comprobamos
año tras año en todas las exaltaciones de la saeta que se vienen celebrando. Nos encontramos, por lo tanto, con dos
estilos de saeta cuartelera diametralmente opuestos desde el punto de vista de
su comportamiento melódico.
Saeta Cuartelera de Manolo
Su formación musical[9]
La manera de cantar o
entender la música de un intérprete no sólo está condicionada por la genética,
sino también por el contexto, por el ambiente. Qué duda cabe que la forma de
interpretar la saeta cuartelera que tenía Manolo estaba determinada por sus
características vocales, fundamentadas en su timbre o color de voz, tesitura,
cuerdas vocales, diafragma y demás partes del aparato fonador, mas también por
su formación musical, contexto, sus gustos y experiencias con la música. En la
entrevista citada con anterioridad - también en mis numerosas conversaciones
mantenidas con él en la intimidad del Grupo -, Manolo nos ofrece una serie de
datos que fundamentan los rasgos musicales de su saeta. Manolo nació en un lejano
1925 en el popular barrio de Miragenil. Al poco tiempo se fue a vivir al campo entrando
en contacto con las primeras formas musicales, las que cantaban los gañanes, es
decir, con cantes - la trilla, cantes de arada o besana… - caracterizados por
sus tonos agudos, profusión de melismas y ritmo libre[10].
Asimismo, reconoce su afición por los fandangos y la media granaína - cantes de
similares características a los anteriores -, confesándose admirador de Juan
Hierro, como todos sabemos, ilustre cantaor pontanés dotado de una voz
preciosista y melosa[11],
además de fenomenal saetero e iniciador, junto a su hermano Manuel, del estilo
de saeta Apostolao. Es decir, tenemos a un Manolo Cosano de niño
que va adaptando su oído y garganta a unas formas musicales con los rasgos que
posteriormente imprimiría a su saeta. Formas muy melosas y agudas que predispusieron
a Manolo, desde su infancia, hacia un cante melódico, agudo y de gran libertad
interpretativa al no estar ajustado a un compás. Momento clave fue cuando entra en contacto con
las primeras saetas cuarteleras, después de la Guerra Civil en los, por aquel
entonces, Domingos de Romanos. Nos cuenta Manolo cómo se fijaba, en Jesús, en
los grupos de hermanos de las corporaciones cantando cuarteleras, destacando a
los hermanos de Los Apóstoles y muy
especialmente al Balilla[12].
Y aquí queridos amigos, tenemos el dato relevante: a nuestro joven Ruiseñor del Pelícano formándose en la cuartelera a partir del estilo
Apostolao el que, como hemos
señalado, se comenzó a crear en los años 20, rompiendo con el estilo llano y
menos atractivo anterior, y que fue el que se acabó imponiendo. Por lo tanto,
cuando Manolo entra a formar parte del Pelícano
en los años 70, ya llevaba su saeta perfectamente asentada y perfilada, con unas
características, como venimos señalando insistentemente, muy diferentes a las
que allí se encontró.[13].
Mas no sólo la formación
musical de Manolo se fundamentó en su contexto más inmediato, sino también en el
cante flamenco predominante, a nivel nacional, en sus años mozos, el cante de
la denominada Opera Flamenca. Una época,
a mi entender y a pesar de sus sombras, dorada del flamenco[14],
protagonizada por voces limpias y agudas, por el cante meloso y melódico, que
propició un engrandecimiento y refinamiento musical de las diferentes formas
flamencas. Recuerdo cómo en varias ocasiones Manolo me comentó su afición a
cantaores tipo Marchena, Valderrama o Vallejo.
Conclusión
En definitiva, estimados
amigos, no es correcto atribuir la saeta cuartelera de Manolo Cosano al estilo
del Pelícano. Es una reinterpretación
personal, una variante muy original del estilo de Los Apóstoles que, por su funcionamiento musical, está muy alejada
de la conservada en el Grupo de El Viejo
Pelícano. Espero que nadie vea o interprete en esta meditada conclusión
cuestiones ajenas al mero análisis objetivo.
Al César lo que es del Cesar…
ÁLVARO DE LA FUENTE ESPEJO
(PD)En este enlace puedes escuchar a Manolo Cosano en el seno del cuartel de El Viejo Pelícano, interpretar su peculiar saeta cuartelera. Como contraposición, en el minuto 04:03 puedes escuchar a Eduardo Muñoz Cruces interpretar la geunina saeta del Pelícano: https://www.ivoox.com/cuaresma-saetas-puente-genil-audios-mp3_rf_2888586_1.html
[1] MUY IMPORANTE: no confundir “estilos” con “variantes”. Un estilo viene marcado por unas
características musicales muy concretas, es decir, por un comportamiento
melódico básico, presente en todas sus posibles variantes. Las variantes son reinterpretaciones de un
estilo, es decir, aportan matices diferentes, pero dentro de ese comportamiento
melódico básico. Eje aplicado al Flamenco: la soleá Apolá es un estilo concreto
de soleá, y sus variantes son las reinterpretaciones que hacen de él algunos
cantaores- Enrique Ortega, Ribalta, Paquirri,
Fosforito… -que, por sus cualidades,
han sido capaces de aportar matices musicales y expresivos diferentes, pero sin
salirse de la arquitectura musical básica del estilo (en ese caso: importantes
saltos melódicos, gran amplitud tonal, extenso arco melódico e intensos
recorridos ascendentes y descendentes sobre la escala).
[2] La Saeta del Viejo
Pelícano. Revista de Semana Santa 2013.
[3] Hay, en algunos sectores de nuestra mananta, cierta
disconformidad con relación a la denominación de este estilo de saeta, que, a
mi entender, carece de fundamento. Si bien es verdad que este estilo no es creación exclusiva de este
cuartel - ya he señalado antes que es heredero del que se interpretaría,
mayoritariamente, en nuestra mananta a
finales del SXIX y comienzos del SXX -, no es menos cierto que los hermanos de
este cuartel son los ÚNICOS que han
sabido conservarlo a lo largo del tiempo - alguno de ellos, como Eduardo Muñoz
Cruces, dándole además una fortísima impronta ( giros melódicos muy personales
además de interpretar cuarteleras de ¡6 versos! ) -, resistiéndose a la “invasora” influencia del creado por los
hermanos Hierro, conocido como estilo de Los
Apóstoles, circunstancia, a mi entender, más que suficiente para tal
atribución.
[4] La Saeta
Cuartelera en Los Apóstoles. Análisis
Musicológico. Revista de Semana Santa 2011.
[5] Tipo de voz limpia, sin estridencias y aguda. De la
A a la Z. Diccionario de términos flamencos. Autores: José Manuel Gamboa y
Faustino Núñez.
[6] Efecto de sonido oscilante que se produce en la voz
humana (por repetición rápida de una altura determinada en una sola sílaba),
provocando un enriquecimiento de matices. Este efecto también se consigue en
los instrumentos de cuerda (haciendo oscilar con celeridad los dedos y la
muñeca) y en los de viento (regulando la corriente del aire, variando la
tensión de los labios o modificando la presión ejercida por la boca sobre el
instrumento. Auditorium. Cinco Siglos de Música Inmortal. Diccionario de la Música. Editorial
Plantea.
[7] En una próxima
publicación intentaré demostrar con más detalle, y desde el punto de vista
técnico, esta diferenciación musical utilizando las herramientas de la
Musicología. No olvidemos, en contra de lo que algunos aficionados y estudiosos-
por ignorancia y/o por endémica soberbia- todavía piensan, que la saeta ante
todo es música, y tiene sus reglas musicales y normas de construcción. Os
sugiero la lectura de mi artículo La
Melodía de la Saeta Cuartelera, Revista Semana Santa 2010, donde
explico la arquitectura musical de la saeta cuartelera.
[8] Revista El Pontón. Nº262, marzo 2010.
[9] Que nadie se asuste…. No me refiero con las palabras “formación musical” a que Manolo haya
tenido una formación musical académica -algo que, por otro lado, sin duda le
hubiese beneficiado -. Tranquilos, por tanto, los defensores de la cultura de
la sangre y del no academicismo en esto del cante. La formación musical de una persona puede ser
muy diversa y variopinta. Se puede adquirir, por eje, acudiendo al conservatorio
o montado en una burra como hacía el bueno de Manolo en el campo intentando
imitar los cantes de los gañanes.
[10] “yo desde chicuelo siempre he cantado. Me subía
a la burra e iba cantado por los caminos como hacían los gañanes mientras araban” (ídem)
[11]
“Cantaba sobre todo fandangos y la media granaína, cante éste
último precioso que, por cierto, Juan Hierro cantaba maravillosamente” (ídem).
En esta dirección de internet, a
partir del minuto 02:55, podemos encontrar a Juan Hierro interpretando
granaínas, cantaor y cante de los que Manolo fue un ferviente admirador. Fijaos
en las maneras cantaoras de Juan: https://www.youtube.com/watch?v=R4YcxfvcPIU
[12]
- “Las primeras cuarteleras
empecé a escucharlas después de la Guerra, desde muy joven en Jesús cuando iba
con mis amigos de Miragenil los Domingos de Romanos. Allí escuchaba a las distintas corporaciones, pero sobre
todo a los hermanos de los Apóstoles destacando al “Balilla” (ídem).
“[13]
-Entraste
en el Pelicano en la década de los 70 del siglo pasado ¿con anterioridad a este
hecho ya cantabas tu cuartelera? Claro
que sí. Yo ya la cantaba los domingos de romanos, y siempre sólo, nadie me
seguía. También las cantaba en las
comidas de Jesús Nazareno coincidiendo en muchas ocasiones con Juan Hierro y en
el campo encima de mi burra” (ídem).
[14]
Ahora mismo algunos - cariñosamente les denomino
“agoreros de lo jondo”, - estarán
pensando que no tengo ni idea de esto por tan atrevida afirmación. La nueva
flamencología, gracias a Dios, ha analizado con fundamento, rigurosidad y libre
de prejuicios esta época del Flamenco, mostrándonos sus muchas bondades. Una
época alevosamente maltratada por los pureros
de la cosota jonda, catalogándola
como la responsable, de manera exclusiva, de todos los males que actualmente
acechan al Flamenco. En mi opinión, y con perdón, UN DISPARATE.
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