DAVID NOS DEJA SU LARGO CAMINAR


           DAVID NOS DEJA SU LARGO CAMINAR


El pasado tres de febrero, tras una intensa jornada pelícana con mis hermanos en uno de los templos morilenses del elixir generoso del Dios Baco, disfrutamos en el Teatro Circo de la presentación al mundo de los primeros treinta años flamencos de nuestro paisano David Pino Illanes. Con un recinto repleto de aficionados y amigos, y con la colaboración de algunos de los músicos más preclaros del actual panorama flamenco, David, con su habitual maestría y talante pedagógico, concretizó la que ha sido su trayectoria cantaora hasta el momento. Porque David, ante todo, es cantaor, y con un estilo, además, muy definido y marcado. Cierto que domina, de manera sobresaliente, otras facetas de lo jondo -docencia, investigación…- mas él se considera, fundamentalmente, intérprete del cante, un cante mamado, en su entorno familiar, desde la más tierna infancia.

Sinceramente, creemos que el nombre elegido por David para titular su primer trabajo discográfico -Mi Largo Caminar-, no puede estar mejor escogido, al reflejar perfectamente su trayectoria vital en este complejo mundo del Flamenco. Una trayectoria, a pesar de su juventud, muy extensa e intensa, enhebrada con muchísimo trabajo y esfuerzo, en el que la honestidad, la seriedad y la persistencia son sus más preclaras señas de identidad. Criado al abrigo flamenco de su padre Antonio Pino -uno de los mejores aficionados con el que me he encontrado- y bajo el sugerente hechizo del cante y de los cantaores de su amado Puente Genil, David, desde muy pequeño, se obsesiona con el cante, demostrando extraordinarias aptitudes que cultiva con tesón, llevándole a ocupar un lugar importante en el Flamenco. Un lugar sólido, pulcro y exitoso que responde tanto a los inmaculados valores humanos de David como a su manera de entender y sentir lo jondo.

No busquemos en David a un cantaor facilón, con un cante de cara a la galería y embarcado en las modas del momento. Con David nos vamos a encontrar, de manera indiscutible, con un cante elegante y de enorme calidad, en el que la autenticidad, la intemporalidad, la recuperación de viejas formas musicales y, cómo no, la actualidad e innovación respetuosa son sus máximas esencias. Premisas que han sustanciado este trabajo discográfico. Un disco editado por la productora musical La Droguería Music del musicólogo Chemi López - todo un aval de competencia y eficacia - que cuenta con la participación  del gran maestro don Antonio Fernández Díaz Fosforito, y con un elenco de guitarristas realmente impresionante: las guitarras de José Antonio Rodríguez, Manolo Franco, Gabriel Expósito, José Tomás y el jovencísimo Alejandro Hurtado -¡ojo! a este guitarrista, dará mucho que hablar- ; el baile de Rafael del Pino Queco;  y  el violín de Eles Bellido.

Autenticidad, porque David rebusca en lo auténtico, en la esencia del Flamenco, tanto desde el punto de vista interpretativo como en la elección, concepción y diseño de los cantes. Su propuesta interpretativa no se aparte ni un ápice de los cánones flamencos, ofreciendo una sólida y jonda versión de los cantes. La soleá apolá que ofrece, en diferentes estilos, es un claro ejemplo.

Intemporalidad, porque lo que canta, y cómo lo canta, jamás pasará de moda, ofreciendo un marchamo de calidad sine die, ejemplo para el cantaor que se precie.  Como muestra:  la rotundidad con la que afronta la diversidad estilística de los tangos; el conocimiento que plasma en la monumental malagueña de Chacón; y la valentía y arrojo que imprime a las tradicionales tonás o los exigentes caracoles, rematados con unas encantadores bulerías de Cádiz, recordando al inolvidable Chano.

Recuperación de viejas formas, porque David, desde que un servidor lo conoce en esto de lo jondo, siempre ha hecho gala de una bendita obsesión por recuperar viejos cantes. Algunos en desuso, como demuestra con la liviana, y otros olvidados, como ocurre en la primera carcelera interpretada, con una voz que regresa de un pasado glorioso, por el maestro de maestros Antonio Fernández Díaz Fosforito. Una modalidad de carcelera grabada por el maestro, con otra letra, a primeros de los 80, en el disco A mi tierra Córdoba, aprendida por nuestra Llave de Oro de la pontana Concha Balaguer, y que, a partir de ahora, esperemos se consolide como una nueva aportación de Puente Genil al frondoso árbol de los cantes flamencos.

Actualidad e innovación respetuosa, porque David quiere, sabe y, como consecuencia de su extraordinaria formación en todos los sentidos, puede. En el panorama actual de la discografía flamenca, en la que predomina una machacona obsesión por la evolución forzada de la música jonda, debemos de considerar este trabajo de David como un actualización e innovación de la misma. Innova, recuperando del olvido una letra en la mencionada carcelera de Fosforito; innova, con la segunda carcelera, que, según me confesó, es una tonada proveniente del folklore de Castilla León; e innova, cómo no, con esa magnífica versión flamenca que propone de la vidala -es la primera vez que se hace en el Flamenco-, forma musical sudamericana que se diferencia de la vidalita en su estructura métrica y rítmica. Y actualiza, por dos motivos: por un lado, con el toque de guitarra vanguardista que utiliza en todo el disco, absolutamente respetuoso con los cantes y el canon tradicional del acompañamiento flamenco. Con relación al toque, un apunte más: muy meritorio el equilibrio interpretativo, rítmico y armónico, conseguido, a pesar de la intervención de varios guitarristas. Y, por otro lado, no limitándose a copiar lo que canta, no conformándose con decir los cantes de una manera mimética a la que nos legaron los maestros del pasado. David los adapta, con modificaciones melódicas y expresivas, a su manera de entender lo jondo, apreciándose, sobremanera, en la soleá apolá o en la petenera.

En definitiva, querido David: nos has dejado, gracias a tu largo caminar en el cante, una preciosidad musical, muy emocionante, obsesivamente trabajada y con decenas de detalles a los que debemos de prestar atención para nuestro disfrute. Absolutamente recomendable, para el aficionado, y para el amante de la música y el arte en general. Como apunté al comienzo, desde la sincera amistad e inmenso cariño que te profeso, y desde la profunda admiración que me inspiran tu cante e ilustrada carrera artística y docente, ¡qué quieres que te diga…!: que te mereces todo lo bueno que te pase en este difícil y, en ocasiones, traicionero, pero maravilloso, mundo del Flamenco. Que toooodo lo que has conseguido te los has currado TÚ SOLITO, sin favoritismos varios, tejemanejes de los representantes, ni apoyos periodísticos.  Y que la afición de Puente Genil, tu pueblo, te adora. Un fuerte abrazo, amigo.
                                                                                
                                                                        SALUDOS FLAMENCOS
                                                                    
                                                                       Álvaro de la Fuente Espejo














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