COMIENZA EL MEMBRILLO DE ORO


El Membrillo de Oro se recuperó hace seis años desde la intención de apuntalar la presencia de Puente Genil en el mundo del flamenco. Con el diseño, a medio y largo plazo, de un concurso potente y de prestigio, nos exigimos - un servidor formó parte del proyecto – tres líneas de actuación irrenunciables: organización eficaz, claridad de ideas y personalidad propia. La organización ya la tratamos, en estas mismas páginas, el año pasado, por lo que me centraré en las dos últimas, en las que, en mi opinión, se está errando de manera considerable. Me explico. Para que un evento de estas características eche raíces es imprescindible partir de unos principios básicos muy sólidos que, con las sucesivas mejoras aportadas por el paso del tiempo, configuren una personalidad propia, reconocible para los actores principales que son los concursantes. Los principios los tuvimos, meridianamente, claros desde primera hora: el impulso de la carrera de los jóvenes cantaores, al establecer en las bases la participación del ganador en nuestro Festival de Cante; y la divulgación del zángano, uno de los dos cantes que Puente Genil aporta al acervo estilístico del flamenco. Si nos fijamos en el discurrir del concurso, observamos que dichos principios se han ido cambiando sin ton ni son, en los últimos años, creando desconcierto y, por tanto, una imagen de inestabilidad, que va en detrimento de la consolidación de una personalidad definida. Un año, el primer premio consiste en participar en el festival; otro año, en la grabación de un disco, y en el presente, ni lo uno ni lo otro, al no grabarse el disco ni participar el ganador en el festival de este año, que, en cambio, sí lo hará en la del ¡año que viene…! Las razones esgrimidas, desde la Concejalía de Promoción y Desarrollo de Flamenco, para tal dislate me parecen, con todos mis respetos, tan grotescas, que no me merece la pena comentarlas. Para colmo, este año se elimina la obligatoriedad de la interpretación de nuestro zángano flamenco, cante poco conocido entre los cantaores del resto de comarcas cantaoras. Los resultados de todo este desconcierto se apreciaron en la edición del pasado año que, casualmente, fue la que contó con el menor número de inscripciones, a pesar de disfrutar de la mayor cuantía económica de premios de las ediciones desarrolladas hasta el momento. Un dato objetivo incontestable: el año pasado, VEINTICINCO inscripciones – aumentando, a última hora, el plazo inicial de inscripción -; en la edición del 2016, CUARENTA Y CINCO inscripciones, en el plazo establecido por las bases. Esperemos que este año, en el que, otra vez, se vuelve a incrementar, de manera sustancial, la cuantía económica de los premios, esta dinámica cambie.
                                                                                                                 
                                                                                          SALUDOS FLAMENCOS
                                                                                          Álvaro de la Fuente Espejo
                                         

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